jueves, 18 de septiembre de 2008

La buena calidad en aceites para motores

A menudo escuchamos opiniones sobre un aceite para motor, en la estación de servicio, el garaje y el taller. También oímos comentarios sobre los resultados que se obtienen con ciertos lubricantes, sus ventajas o bien sus inconvenientes. Pero como saldo de todos estos comentarios, cabe preguntarse: ¿hablan el mismo idioma los mecánicos de automotores, los automovilistas, los productores de lubricantes? Evidentemente no, porque lo que unos interpretan como indicio de buena calidad, no tiene tal significado para los otros.

Muchos automovilistas, por ejemplo, juzgan la calidad del aceite que usan en el motor por el "consumo", o sea las reposiciones que efectúan entre cambios de aceite. Son pocos los usuarios que prestan atención a la presión del aceite y a la facilidad con que se efectúa el arranque en tiempo frío.

En cambio, para los productores de lubricantes, el "consumo" aisladamente no es índice de calidad. De proponérselo, lo disminuye dando más viscosidad al aceite sin mejorar realmente al producto.

El mecánico de automotores sabe perfectamente que una elevación de consumo de aceite en el automóvil indica en general una necesidad de ajuste o reparación, y no falta de calidad en el lubricante.

Para el fabricante de automóviles, el consumo de aceite queda establecido de acuerdo al diseño del motor. Con el correr del tiempo, admite que aumentará de acuerdo al kilometraje recorrido y a la forma en que ha sido cuidada la unidad.

Indudablemente, interesa, en primer lugar, unificar criterios tan distintos, tratando de llegar a determinar el valor real de los distintos factores que intervienen para fijar la calidad de un lubricante. Para ello nos parece necesario referirnos a las funciones que desarrolla el aceite en el motor.

Funciones del lubricante en el motor

Enumeramos a continuación las principales tareas que un lubricante debe cumplir:

Lubricar, preservando el desgaste.
Sellar los aros impidiendo fugas de gases.
Refrigerar, transmitiendo y disipando el calor de los puntos más calientes.
Dispersar, el carbón producido en la combustión, impidiendo la formación de depósitos y Sedimentos, asegurando así la limpieza del motor.
Neutralizar, la acción de los compuestos corrosivos provenientes de la combustión.

Por lo tanto podríamos decir:

La calidad de un aceite para motor será mayor, si cumple mejor estas funciones

Protección contra el desgaste

Se produce el desgaste en un motor con el correr del tiempo, cuando la lubricación no ha sido suficientemente buena bajo todas las condiciones de operación. Hay una condición que es crítica: "el arranque". En ese momento los cilindros y cojinetes trabajan sin una lubricación completa por falta de aceite en cantidad suficiente.

La mejor lubricación en el arranque se logrará con aceite de baja viscosidad a la temperatura de arranque. En ese momento el motor se halla frío y el aceite, cuanto menos viscoso es, tanto más rápidamente llega a los lugares donde hay fricción.

Por otra parte, un aceite de baja viscosidad presentará una mínima resistencia al movimiento con relación a un aceite más viscoso, lo que facilitará también la puesta en marcha.

Con el motor caliente, vale decir, después de un tiempo prudencial a partir de la puesta en marcha, se requiere que el lubricante mantenga una viscosidad suficiente para que haya en la línea de lubricación una presión que asegure su llegada a todas partes.

Este es el valor del indicador de presión. Es normal que la presión baje al calentarse el motor y constituye un peligro solamente si llega a niveles inferiores a los establecidos para las unidades. Un exceso de presión, indicaría que el aceite es demasiado viscoso, o bien que hay un factor anormal.

Llegamos así a definir que el mejor aceite para reducir el desgaste sería aquel que tuviera una viscosidad moderada a baja temperatura, pero que fuera suficientemente viscoso a las temperaturas altas a que puede llegar el motor. Vale decir, un lubricante que varíe poco con la temperatura, o sea, que tenga un "alto índice de viscosidad".

El sellado de los cilindros

Los gases producidos al quemarse el combustible empujan los pistones hacia abajo produciendo la fuerza útil que se transmite al cigüeñal.

Para la mejor utilización de la energía de los gases es necesario un perfecto sellado entre camisas y pistones por medio de los aros. Estos elementos, como órganos elásticos, deben compensar las dilataciones, las diferencias de diámetros u ovalizaciones resultantes del desgaste, y los desalineamientos dentro de ciertos límites.
Pero aun así, los gases podrían escapar de no haber una película de aceite, tenazmente adherida a las superficies metálicas de aros, camisas y pistones.

Hay una relación entre el cuerpo (viscosidad) del aceite y la resistencia que opone la película a ser desplazada. Cuanto más viscoso el aceite, más tenaz es la película. Pero por otra parte, la distribución del aceite a lo largo de la camisa y en las ranuras de los aros, se hace más dificultosa al aumentar el cuerpo.

El mayor enemigo del sellado es el carbón y formaciones carbonosas que se depositan en las ranuras del pistón y limitan el movimiento de los aros, llegando en el caso extremo a impedirles el movimiento. Habrá entonces mala combustión y pérdida de potencia. El carbón es producido al quemar el combustible y el lubricante. Es necesario que el lubricante "consumido" no deje carbón en los aros, o bien no tenga tendencia a dejar depósito de carbón duro que "pegue" los aros.

Refrigeración del motor

El lubricante debe también contribuir a la refrigeración del motor. Los pistones reciben mucho calor y el agua de refrigeración llega solo a las camisas y a las tapas de los cilindros. El enfriamiento del pistón se hace a través de los aros, pero es la película de aceite la que cierra el circuito para el paso del calor. Si la misma faltara, la transmisión de calor sería pobre.

A los efectos de la refrigeración, un aceite liviano presenta ventajas frente a uno más pesado, en virtud de su mayor capacidad de transmitir calor. Sin embargo, sabemos que la viscosidad del aceite debe ser suficientemente alta para ofrecer una película que separe las superficies metálicas en las condiciones de calor y presión existente en el cilindro.

En lo que respecta a los cojinetes, en los mismos se produce cierta cantidad de calor por rozamiento entre metal, película de aceite y metal. Si este calor no fuera llevado por el aceite que circula, elevaría la temperatura del cojinete a limites no tolerados por el metal de los mismos.

Es muy difícil determinar las ventajas de un lubricante sobre otro de la misma viscosidad, bajo el punto de vista de su capacidad de enfriar los mecanismos. Sin embargo, debemos tener en cuenta que los residuos carbonosos en los aros, las lacas y barnices en los pistones y cojinetes, los sedimentos en el cárter, son todos elementos que se forman por mala calidad del lubricante y que dificultan la transmisión del calor aumentando entonces la temperatura de esos mecanismos acortando su vida útil.

Limpieza del motor

Es común que un motor funcionando con un aceite de buena calidad, del tipo mineral puro, forme con el tiempo depósitos carbonosos, más o menos duros y deje en el cárter sedimentos característicos.

El carbón se forma en los cilindros, por combustión incompleta del combustible y del lubricante. Parte, sale con el humo de escape, parte, pasa al cárter con el aceite, y finalmente una parte queda en pistones, aros, camisas, etc. como hollín con abundante aceite, o en estado de formaciones duras casi desprovistas de aceite.

Los sedimentos carbonosos de los cilindros son dañinos por cuanto resultarán más o menos abrasivos, contribuyendo a gastar pistones, aros y camisas. Por otra parte, pegan los aros permitiendo el paso de los gases en perjuicio de la compresión del motor. Disminuyen también el volumen de la cámara de combustión, dificultan el cierre de las válvulas, etc.
Los depósitos en el cárter son especialmente peligrosos, por cuanto pueden ocasionar una falla de lubricación por taponado del filtro de la bomba de aceite, o provocar la obturación en cualquiera de los puntos del circuito de lubricación.

Los depósitos carbonosos, sean en los cilindros o en el cárter se eliminan con el uso de los aceite con aditivos detergentes. Estos aditivos son sustancias químicas especiales que se agregan al aceite base para dispersar el carbón a medida que se va formando, y mantenerlo suspendido en el aceite, impidiendo así que se deposite en el motor. Lógicamente, el aceite a las pocas horas de uso toma una coloración negra debido al carbón que lo acompaña. Este carbón del tipo finísimo, no causa daño al motor y no molesta en la lubricación. Al cambiar el aceite, en especial con el motor caliente, se elimina el carbón junto con el lubricante usado.

Neutralización de los productos corrosivos

El ataque químico o corrosión, es provocado por los ácidos que se producen durante la combustión, los cuales son especialmente activos cuando el motor trabaja frío.

Este tipo de ataque afecta especialmente a los cilindros y aparece a simple vista como desgaste común.

Por otra parte, estos compuestos ácidos llegan también al cárter contaminando el aceite lubricante. Cuando el vehículo camina en viajes cortos, tipo tráfico de ciudad y especialmente en tiempo frío, el motor no alcanza a adquirir la temperatura necesaria y la ventilación del cárter no es suficiente para conseguir la eliminación de esos compuestos. Bajo esas circunstancias podría producirse el ataque de los cojinetes, de no haber en el aceite un aditivo anticorrosivo que neutralice esas sustancias dañinas. El aditivo tiene el mismo efecto sobre las paredes de los cilindros, impidiendo el ataque a las superficies metálicas.

Un moderno lubricante para motor debe poseer esa función de protección para ser considerado de buena calidad.

Es bastante frecuente que el automovilista se impresione por el color del aceite, por el consumo entre cambios o por cualquier otro factor externo. Debemos recalcar que todos esos factores son ajenos a la calidad. La "buena calidad" la demuestra un lubricante preservando al motor del desgaste, sellado los pistones y uniformando las temperaturas, impidiendo la corrosión y, finalmente, manteniendo la unidad libre de carbón y sedimentos.

Puede afirmarse también que un aceite del tipo mineral puro no satisface todos esos requerimientos, no obstante la más cuidadosa refinación.
El moderno aceite para motor de buena calidad se logra con una base seleccionada y aditivos químicos eficaces y bien dosificados.

Agradecemos la nota al Ingeniero Jorge L. Palma

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por sus comentarios

Editores de Repuestos de Barcos

Máquinas de Barcos

Repuestos de Barcos